jueves, 29 de julio de 2010

una cerveza por favor .

¿Lo de siempre?
Si, lo de siempre.

Me voy con mi cerveza a mi mesa, esa que está en el rincón oscuro desde donde puedo ver a todo el mundo. No es cotilleo, tan solo trabajo de campo.

Saco mi cuaderno y mi lápiz, como siempre sin punta. Me gusta afilarlo cuidadosamente con la navaja. Ya está, lo tengo todo. Nada de goma, lo dibujado dibujado está.

No tengo problema en ocultarme de la vida que allí transcurre, siempre paso desapercibida.
¡Ahí está! puntual como siempre.
Él no sabe ni mi nombre pero no importa, cada día que dibujo sus ojos, puedo leer algo nuevo en ellos.
No es el más alto, ni el más fuerte, pero tiene algo que lo hace diferente al resto.

Siempre de negro, con ojos fríos. Es como si se escondiera de algo o de alguien.

Charla con sus amigos y yo hago mi trabajo. Lo estudio, veo como se mueve, como de vez en cuando sonríe o como agarra el botellín.

Hoy está diferente, anda más distraído que de costumbre y eso altera mi dibujo.
Nunca he cruzado palabra alguna con él y tampoco creo que sepa de mi existencia, pero no me importa, ya sé quien es.

Parece que hubiera subido del mismísimo infierno, como si le hubieran echado por no ser lo que tendría que ser. Eso es lo que nos hace semejantes, a mi me echaron del cielo por no ser políticamente correcta con lo que allí se me pedía.
Desterrada a vivir entre simples mortales, mi existencia se basa en encontrar a los exiliados en la Tierra, a recoger en mi cuaderno la mirada de los perdidos que no entienden qué hacen aquí.

Él es el Elegido. El escogido para dominarnos.
Me ha costado meses darme cuenta de que era él, pero aquí está, dónde sino, en un antro donde esas almas perdidas venimos a encontrarnos.

Solo él conocía su verdadera identidad y ahora, yo también lo sé.

Tu secreto está a salvo conmigo. Ni los de arriba ni los de abajo, sabrán que te he encontrado.
Sabes que algún día me arrodillaré ante ti y detrás de mi, toda la humanidad.

lunes, 19 de julio de 2010

Ella o Yo?

Ella pensaba en su desdicha. Pensaba en cómo perdió su ojo y cómo quedó maltrecha de su pierna.

Fue una noche de tempestad. Sus hombres, agotados por el trajín que en cubierta se desataba, no se dieron cuenta de que a su capitana se le caía el palo de mesana encima. Del impacto fue arrastrada hacia atrás y quedó inconsciente al golpear su cabeza contra el timón.
Lo siguiente que Ella pudo recordar, era ver su rostro desfigurado en un espejo.
A menudo lo contemplaba y nunca veía el mínimo atisbo de recobrar la vista y de que la cicatriz que la desfiguraba el rostro se perdiera entre las mareas.

Un día, durmiendo en su camarote, Ella tuvo un sueño.
Soñó con un amanecer que no era verde, pero que era el más hermoso que había visto hasta el momento.
En el sueño, Ella no estaba en su barco, estaba en tierra firme.
Enterró sus pies en la arena de la playa donde se encontraba. Dios, que sensación tan placentera, arena caliente y la luna acababa de esconderse tímida de encontrarse con el sol.

Caminó y caminó durante horas al ritmo que su pierna dañada le permitía y al final llegó hasta un claro dentro de la isla. Allí vio una cascada de agua dulce y con ganas de refrescarse, dejó su ropa encima de una roca y se metió.
Relajada por todo lo que la rodeaba no se dio cuenta de que el agua entraba en ebullición.
Cuando notó el calor salió de allí y bloqueada por lo que sucedía solo pudo quedarse de rodillas mirando como el vapor la envolvía.

A dos metros de Ella, había algo observándola. Se acercó a Ella y le susurró algo al oído.

De la impresión, Ella saltó de la cama y notando algo extraño en sí misma, fue corriendo a por el espejo que la hacía rechazarse día tras día.

No podía ser. Debajo del parche no había piel muerta ni restos de accidente alguno. Su ojo volvía a tener el mismo color que el otro, del azul del mar que navegara.
¿Y su pierna?. Se puso a caminar y vio que su rodilla volvía a su sitio si la doblaba.

¿Qué era aquello que la sorprendió en sus sueños, que le había susurrado?