miércoles, 30 de junio de 2010

Ella

- Cuéntame ese cuento ¡porfa porfa!-
- ¿Cuál, el de la pirata coja y tuerta?- Si, estaba claro, no se ni por qué pregunté. Siempre el mismo cuento.

Hace mucho tiempo, en uno de los mares de la tierra de los siete nombres, navegaba un barco pirata. El barco más hermoso que te puedas imaginar. Era grande, preparado para la batalla con cañones adornados en oro. Era de madera de ébano y su proa estaba presidida por una sirena tan perfecta, que la tripulación era capaz de caer presa de sus encantos y eso que era simple madera.

Los hombres que allí navegaban, eran ladrones y borrachos, pero los ladrones y los borrachos con mejor reputación de la tierra de los siete nombres.
No todos allí eran hombres. Allí quien gobernaba era ella. La pirata coja y tuerta.

La pirata coja y tuerta no tenía nombre, era Ella. Así la conocían todos. La respetaban y jamas se les ocurrió tocarla entre otras porque estaba maldita, o eso decían. Ella, maldita por el mar que le negó la oportunidad de conocer a un amor, porque aunque coja y tuerta, Ella era aun más hermosa si cabe que la sirena de su proa.
Tenía la piel blanca como la luna y moteada con pecas que dibujaban mapas en su piel. Tenía su único ojo sano del color del mar que navegara. Sus labios siempre fruncidos querían disimular su agradable sonrisa que ya casi era un mito pues muy pocos habían logrado verla.

Ella mandaba, pero dejaba total libertad a sus hombres para tomar decisiones, siempre que no se levantaran contra ella claro, en ese caso serían ahorcados desde el palo mayor.
Amaba el mar aunque era su maldición, pero era lo único que conocía. Ella jamás piso tierra firme. Cuando sus hombres bajaban a tierra a por provisiones y a sus vicios, Ella se encerraba en su camarote, no quería que nadie la viera coja y tuerta, aunque todos conocían su desdicha.

-Vaya, ya estás dormida. Otro día te contaré el final del cuento de la pirata coja y tuerta.

2 comentarios:

  1. Yo no quiero saber el final, quiero saber el principio, como perdió el ojo? qué le pasó en la pierna? como consiguió el barco? quien le enseñó a ser capitán? Eso, caracol, es lo que hace una historia

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  2. tranquilo, te impacientas y te adelantas. todo a su tiempo. pides mucho cuervo y yo no soy tan buena como tú. yo no tengo musas y las palabras me quedan grandes, pero aprenderé de algún maestro que se ofrezca

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Silencio, se pinta.