lunes, 17 de mayo de 2010

Rózame...

Nos miramos, nos deseamos y sabemos que las palabras son prescindibles en este encuentro. Nos acercamos y me roza con sus suaves y delicados dedos los labios, que me tiemblan sin poder evitarlo, yo ya he estado en esta situación pero tiene algo de diferente.
No puedo más, me lanzaría a su cuello sin pensarlo pero se que eso no es posible.
Me tranquiliza con un susurro al oído, -shhh! relájate.
Y eso hago, me dejo llevar. Sus dedos, aun en mis labios, empiezan a bajar por mi cuello y no hacen por detenerse.

Empieza a quitarme la ropa, me toca los pechos despacio pero con pasión y fuerza. Siento dolor y eso me gusta. Me pellizca los pezones, Dios cómo me pone!.
Noto que me mira y se ríe, se que ya no parará hasta terminar.

Mientras juguetea con mis pezones duros por la excitación, con la mano libre me agarra fuerte el pelo y tira hacia atrás, solo rezo porque este momento no termine nunca.

Se da cuenta de que mi éxtasis llega a su cumbre y sin previo aviso mete sus dedos húmedos por su propia saliva en lo más profundo de mi ser, empuja sin miramientos; uno, dos, tres dedos. No puedo resistirlo más. Se que no puedo gritar y me tapo la boca pero no sirve de nada, creo que me voy a correr, no puedo evitarlo y encima ahora vuelve a mis pechos. ¡Oh Dios! no puedo más, si ahí está, un gozo sobrehumano recorre cada centímetro de mi cuerpo.
Siento el placer desde los dedos de los pies hasta la punta del último pelo de mi cabeza.

Sonrío satisfecha y me miro en el espejo. Si, es verdad, estoy sola.

1 comentario:

Silencio, se pinta.